Congreso Internacional sobre Nanotecnología organizado por la Academia Europea de Medicina Ambiental en Würzburg, Alemania

Ante el creciente número de pacientes de las llamadas enfermedades emergentes y/o enfermedades ambientales nos hemos sentido en la obligación de acudir al congreso sobre nanotecnología y su impacto sobre la salud organizado por la Academia de Medicina Ambiental Europea.

La industria es veloz creando productos y tecnologías y tratando de escapar a los límites que le impone la ética y el respeto a la salud a cambio de beneficios económicos. La experiencia nos dice que no todo lo que se lanza al mercado con permiso legal es bueno para la salud o ni siquiera es inocuo.

Los médicos que reconocen este ascenso de enfermedades raras, crónicas, degenerativas, ambientales, saben que tienen que estar al día para hacerse una idea de las nuevas amenazas a las que están expuestos los pacientes.

Las nanopartículas se están introduciendo de forma acelerada en comidas, cosméticos y un sinfín de productos pues la tecnología lo permite. Se ha hablado repetidamente del principio de precaución y del principio de prevención y está en la mente de la mayoría que por ahí deberíamos haber empezado, pero como no ha sido así….
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… es tarde para prevenir el daño que ya se ha hecho. La lección que acompaña al dolor de las víctimas nos debería servir para la próxima vez y así los médicos, investigadores en ciencias médicas y especialistas vocacionales se reúnen para intentar detener la próxima cuando aún no han podido curar las heridas de la anterior.
Para empezar necesitamos un acuerdo internacional sobre lo que queremos decir sobre nanoparticulas mientras estas se distribuyen en cosméticos, comidas, ropa, medicamentos, e implantes con profusión. El médico ha de ser detective y casi adivino para saber lo que está viendo en los síntomas, las analíticas y las pruebas de los pacientes. Elementos que no deberían estar en el cuerpo se acumulan en pequeñas partículas y en mayores cantidades de lo que nunca antes se había visto.
El profesor Howard se preguntaba en su ponencia: ¿Es controlable la nanotecnología? Sabemos que no se ha alcanzado todavía el número de muertes previstas por asbestosis, no sabemos lo que va a suceder con la radioactividad que ya circula entre nosotros, y ahora las nanopartículas.
Las formas de investigación médicas y especialmente los métodos llamados científicos para demostrar la evidencia son demasiado lentos, realmente primitivos para la velocidad con la que llegan las nuevas y sutiles formas de agresión. La fábrica de enfermedades postmodernas viaja a la velocidad del sonido y la investigación en tratamientos o la constatación de la evidencia va en antigua bicicleta.
La doctora Tallacchini citó varias veces el libro: “Lecciones tardías para el aprendizaje temprano”.
El progreso industrial y tecnológico es invasivo y no pregunta a los médicos o a los pacientes si eso les va a dañar la salud. Sólo mide su carrera con sus competidores y con seguir vendiendo el sueño de ir a gran velocidad. Parecía que pronto la investigación médica nos iba a permitir formar incluso órganos nuevos a partir de células madre y nos estamos encontrando a los médicos gritando con voz ahogada por el ruido de la maquinaria industrial gritando: “en pocos años no habrá hijos sanos, no habrá cerebros normales,…”

Había entre los pacientes muchos médicos y algunos pacientes de enfermedades ambientales que ya se habían recuperado del todo o en parte gracias a los protocolos de la medicina ambiental. Katrine nos contó: hace cuatro años yo no podía hablar, apenas recordaba nada, mi cerebro estaba lleno de mercurio y de plomo.
El día previo al Congreso Katrine y otros representantes activos de la ecología clínica crearon una nueva plataforma de acción en defensa de la salud ambiental y para exigir tratamiento para las víctimas. Ella es la evidencia de que se pueden tratar estas nuevas enfermedades y también de que hay que prevenir tamaño sufrimiento.  Fundación Alborada estará en el comité europeo para ayudar a que el tratamiento esté disponible para todos los que lo necesiten y que los gobiernos y los contaminadores paguen por ello.

Desde la segunda guerra mundial los seres humanos estamos expuestos a experimentación sin saberlo y sin firmar ningún acuerdo.

La idea de que hacer ciencia es igual al ser una persona ética se ha caído. Ciencia ya no es igual a bondad. Estamos despertando de un sueño y nos encontramos dentro de una pesadilla con gran sufrimiento. La ley corre detrás de la ciencia y los médicos detrás de unos y otros para pedir compasión por sus pacientes. Es necesario que la gente despierte para protegerse, exigir que no se les engañe y apoyar a los médicos que tanto se esfuerzan en esta tarea de titanes.