Cati Pérez, una madre cordobesa con SQM que no puede ver a sus hijos
A comienzos de mayo, diarios, programas de televisión, agencias de información y páginas web han recogido el caso dramático de Cati Pérez Alcaide, una cordobesa de 34 años que sufre sensibilidad química múltiple que la obliga a vivir aislada en su propia casa y que está siendo tratada actualmente en la clínica de la Fundación Alborada.
Según cuenta su marido, Francisco Goicoechea, Cati desarrolló la enfermedad en su puesto de trabajo -era empleada en una cafetería- cuando utilizaron plaguicidas contra insectos que «le impidió respirar». En esa circunstancia, Francisco y su mujer acudieron al Servicio de Urgencias del Hospital Reina Sofía de Córdoba, donde le recetaron Urbason (metilprednisolona) que «no le palió los síntomas», según Francisco. Posteriormente, acudieron a una clínica cordobesa especializada en alergología en la que le recomendaron un psicólogo «porque la enfermedad no respondía a ninguna alergia». «Nadie conocía esta enfermedad, por lo que seguía exponiéndose a los productos que se la ha ocasionado», explica el marido de la afectada, demasiado enferme para explicar el caso por sí misma.
La propia Cati fue, a través de Internet, quien descubrió la patología que padecía «porque respondía a todos sus síntomas». A partir de ese conocimiento, la pareja se desplazó a la única clínica en España que trata esta patología, la de la Fundación Alborada, en Brunete (Madrid). Allí, le diagnosticaron a Cati SQM, una dolencia que padecen cerca de 300.000 personas en España, pese a lo cual, sigue sin estar reconocida por Sanidad.
Según ha contado Francisco Goicoechea a la periodista María José Raya, del Diario de Córdoba, Cati ha pasado las tres últimas semanas en una habitación que su familia ha aislado en casa de sus padres y, desde que le diagnosticaron SQM no ha visto a sus hijos «y la situación para ella es angustiosa». A mediados de mayo, ha iniciado un tratamiento continuado en la clínica de Brunete.