Desde productos de limpieza hasta ropa, desde pinturas para paredes hasta asientos para automóviles, desde cosméticos hasta alimentos… Los disruptores endocrinos están en todas partes. Se los considera en parte responsables del aumento de enfermedades crónicas en el mundo, como algunos tipos de cáncer, obesidad o diabetes. ¿Sería posible vivir sin disruptores endocrinos?
Esa es la cuestión a la que se quiso dar respuesta el pasado 10 de octubre en la primera Jornada Europea de Ciudades y Territorios sin Disruptores Endocrinos organizada en París por la organización Réseau et Environnement Santé (RES). Hasta la fecha, se conocen más de 1000 sustancias nocivas de este tipo y todavía hay muchas por descubrir.
Entre las más conocidas se incluyen bisfenol A, parabenos, triclosán y ftalatos, pero también hay otras de nombre complicado como el etilhexilmetoxicinamato o ciclopentasiloxano.
Iniciativas locales que se adelantan a la legislación
En el origen de estas reuniones europeas se encuentra la red RES. El objetivo, según su Presidente, André Cicolella, es crear una red y un estatuto para las ciudades que deseen tomar acciones contra de los disruptores endocrinos.
Ruth Echeverría, como responsable del proyecto “¡Que no te alteren las hormonas!” de la Fundación Alborada, tuvo ocasión de explicar cómo Madrid se convirtió en junio de 2017 en la primera capital europea que se declara libre de disruptores endocrinos a través de la reducción del empleo de plaguicidas, el fomento de la alimentación ecológica y las compras públicas sin disruptores endocrinos, por ejemplo.
Otro ejemplo destacable presentado en la jornada fue el municipio de Estocolmo, que mantiene reuniones con sus peluqueros para que estudien cómo podrían cambiar sus productos químicos, que además de ser perjudiciales para su salud y la de su cliente, provocan la contaminación de las aguas.
En Francia, la maternidad de Guéret y un vivero en Limoges están desterrando los disruptores endocrinos. Grande-Synthe también organiza talleres de sensibilización para residentes.
Una gran cantidad de iniciativas que, si funcionan en un solo lugar, pueden generalizarse sin necesidad de esperar una legislación que nunca llega. La prohibición de los disruptores endocrinos era una promesa de campaña de Emmanuel Macron, convirtiendo a Francia en la nación más implicada en la lucha contra los disruptores endocrinos. España, lamentablemente, todavía no ha tomado ninguna decisión para reducir la exposición de los españoles a estas sustancias porque se prefiere esperar a la legislación europea. Pero ante los continuos retrasos del marco legislativo a nivel europeo sólo podemos promover la acción sin esperar a la legislación.