Un estudio realizado por Greenpeace ha detectado la presencia de sustancias peligrosas como el nonilfenol (que es tóxico, persistente y disruptor hormonal) en prendas de ropa y zapatillas de tela de 14 marcas internacionales -entre las que se encuentran Adidas, H&M, Puma o Lacoste- compradas en 17 países (entre ellos España) y fabricadas en 12 lugares distintos, fundamentalmente, de Asia. El trabajo (“Trapos Sucios 2: Aireando la Ropa”) alerta de que esta industria destinada a la exportación está contaminando el agua de países como China o la India con graves consecuencias a largo plazo y de largo alcance para las personas y el medio ambiente.
“Nuestra investigación demuestra que conocidas marcas de ropa son responsables del vertido de productos químicos peligrosos en los cauces de los ríos de los países fabricantes, como China, pero también en los países donde se vende la ropa”, explica Sara del Río, responsable de la campaña de Tóxicos de Greenpeace-España. “La contaminación se dispersa por toda la cadena de suministro. A través del lavado de las prendas contaminadas se liberan estas sustancias a los ríos de todo el mundo”, añade.
De los 78 artículos analizados, en 52 se detectó nonilfenol etoxilatos, una sustancia química que, al descomponerse en el agua, da lugar al peligroso nonilfenol. Aunque, en principio, su presencia en las prendas no supone un peligro directo para las personas que las visten, los residuos generados en el proceso de fabricación o en el lavado son uno de los mayores problemas ambientales de los países asiáticos. La India, por ejemplo, es una de las regiones del mundo con mayores recursos hídricos y, sin embargo, casi toda su agua está contaminada y no puede beberse.
El informe «Trapos Sucios» es parte de la campaña Detox de Greenpeace y recopila los resultados de una investigación de un año de duración. La campaña Detox, que ha incluido numerosas actividades por todo el mundo, ha provocado que marcas como Nike, Puma o Adidas hayan hecho público su compromiso de eliminar todos los vertidos de sustancias peligrosas de su cadena de suministro en un plazo más o menos amplio.
“Al no tomar medidas -advierte Sara del Río-, algunas marcas parecen estar esperando a que sean los consumidores quienes laven sus ´trapos sucios´. Porque cada vez que la ropa contaminada se lava, estas sustancias se liberan a los cauces de todo el mundo». «Las marcas tienen que eliminar estas sustancias de sus productos, y no seguir eludiendo su responsabilidad de acabar con la amenaza de las sustancias químicas peligrosas”, concluye la activista de Greenpeace.